lunes, 4 de junio de 2012

¿Podría contagiarse la valentía?




Es probable que, muchos, en algún momento de nuestra vida sintamos el deseo evanescente de luchar contra una determinada injusticia, una opresión o simplemente por tus propios valores; esos que a diario permanecen olvidados víctimas de la opresión mediática-catastrofista que nos ofrecen la diversidad de medios convencionales. Quizá, en el momento de florecer, cuando aprietas los puños y te sientes capaz de plantar cara a la situación algo o alguien apoya su mano sobre tu hombro, haciéndote ver el absurdo de la lucha que estabas dispuesto a emprender. Y puede que fuera así. Tan sólo un arrebato cargado de indignación que te llevó a pensar por un momento en ser capaz de cambiar la dinámica de una situación, por la que crees que nadie más alzará la voz dejando de ese modo la tuya desentonar en solitario. No vale la pena-piensas-.
Pero y si fuera al contrario. Que sucedería si esa mano apoyada en tu hombro estuviera tan cargada de valor que te transmitiera su valentía; y si a ella se sumaran muchas más manos que, en un estallido, decidieran que aunque nada cambie al menos la lucha cobrará sentido por defender los valores propios; y si perdiéramos el miedo a doblegarnos ante la dificultad….

Hoy quiero rendir homenaje al “rebelde desconocido”, apodo que se le atribuyó a un hombre anónimo que tras la matanza protagonizada por la República China en la Plaza de Tiananmen en 1989, tuvo la valentía de enfrentarse a un ejército a bordo de tanques militares. Sin lugar a dudas creyó en luchar por defender sus valores ante la injusticia.